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Ser maestro de escuela siempre es una tarea desafiante, serlo en entornos multiculturales es aún más. Por eso la jornada laboral de José Flores Benítez, profesor en la escuela bilingüe Nuestro Mundo siempre está llena de retos que ponen a prueba sus habilidades.
Pero para José lejos de ser un problema, le gusta que sea así, de otro modo se aburriría.
“Por ejemplo —rememora Flores— recuerdo que durante mis primeros meses en Nuestro Mundo una alumna me preguntó que si ella era latina o mexicana. La pregunta no es fácil de responder porque ella nació en los Estados Unidos y sus padres son mexicanos. Además, queremos que nuestros niños empiecen a formar su propia identidad”
¿Y cuál fue tu respuesta entonces?
“Le comenté que uno tiene la opción de identificarse como guste. Y que yo por ejemplo era salvadoreño y latino”.
Salvadoreño, latino y viviendo una vida en Estados Unidos tintinea como una historia conocida para millones de personas. Y para José Pablo lo es, porque aunque nació en La Unión, una ciudad de unas 40 mil habitantes en la parte oriental de la República de El Salvador como muchos de sus connacionales:
“Llegué a los Estados Unidos por mis padres. Fueron ellos los que cansados de la situación social y económica tomaron la decisión de inmigrar. Eso fue a principios de la década del 90. Ellos cruzaron la frontera y yo quedé en El Salvador. Eso sí, crecí sabiendo que su salida fue motivada por su deseo de darnos a mi hermana y a mí un futuro mejor”.
¿Y se pudo lograr?
Mi familia es una de las afortunadas porque después de 8 años de separación mis padres lograron arreglar su estatus migratorio, y regresaron a El Salvador por mi hermana y por mí. Yo tenía 11 años e inicié una vida nueva en Virginia. Por eso para mí la familia lo es todo. Mis padres fueron estrictos cuando necesitaban serlo, cariñosos, y siempre apoyaron mi educación. Mi hermana menor es mi confidente y trato ser un buen ejemplo para ella. Y ahora tengo la dicha de haber encontrado a mi media naranja que es la mujer más inteligente y hermosa de este mundo. Soy un dichoso.
¿Cuándo llegaste como fue el proceso de aprender inglés?
No fue fácil pero como dice el poeta Antonio Machado ‘caminante, no hay camino, se hace camino al andar’. Al llegar mi escuela tenía gran número de estudiantes latinos pero no tenía un programa de inglés como segundo idioma, mucho menos un programa de inmersión dual. Fue inmersión total en el inglés.
¿Y cómo lo hiciste para no perder el español, y continuar cultivándolo?
Primero en casa siempre se habló en español y nos comunicábamos siempre con mis familiares en El Salvador. Segundo, cuando hice mi primera maestría en estudios latinoamericanos decidí tomar varias clases de postgrado en el departamento de español porque era necesario desarrollar un español correcto y académico.
Profesor y alumno
En la actualidad José estudia un segundo magister, en educación en Edgewood College, mientras trabaja con alumnos que tienen al inglés como segundo idioma, en particular en la primaria Nuestro Mundo que dirige Josh Forehand. “Allí como maestro de apoyo bilingüe me tocar saltar de salón en salón para poder trabajar con los estudiantes más necesitados”, indica entusiasmado revelando así un espíritu en que busca nunca dejar de ser alumno, aunque sea maestro.
“Es que los latinos tenemos varios retos antes de llegar al salón de clase o cualquier otra profesión. Cuando estudié el sistema educativo no era muy equitativo, y la verdad es que todavía no lo es; pero al mismo tiempo hay muchas personas que luchan para que esto cambie”, indica Flores.
¿Algún ejemplo?
Claro, cuando yo estaba en la escuela a veces a los inmigrantes, e incluyo árabes y asiáticos, nos separaban y nos ponían en salones donde teníamos contacto mínimo con los demás estudiantes anglosajones. También recuerdo con claridad que no se valoraban nuestras historias y lenguaje.
¿Así era realmente?… ¿¡Pero hablamos de los años 90s, hace no mucho tiempo atrás!?
Una palabra en español valía para que te castigaran de alguna manera. Esto creaba en muchos de nosotros un gran resentimiento hacia la escuela y hacia los maestros. Ahora, también se tenía que balancear la experiencia de escuela con la responsabilidad de la casa.
¿Cómo es eso?
La responsabilidad de ser los traductores de tus papás. Después de aprender un poco de inglés el hijo es quien suele traducir en bancos, supermercados y demás lugares. Luego llegábamos al bachillerato y había grandes expectativas familiares sobre lo que teníamos que hacer, pero en realidad nadie sabía muy bien cómo hacerlo y no existía un apoyo formal que facilitara el seguir adelante.
Eso es algo que en LCNews hemos cubierto de forma reiterada: la importancia de la presencia o ausencia de tener apoyos.
En mi opinión la lucha está antes de entrar a una carrera profesional porque la escuela es el lugar donde nos formamos, creamos nuestra identidad y empezamos a pensar como nos vamos a desenvolver profesionalmente.
¿Y eso cómo se logra?
Bueno lo primero es tratar en ser receptivo con los gustos de nuestros estudiantes. Luego hay que darles a saber que nuestras historias, arte y música son formas aceptables para formar opiniones académicas. Por eso me encanta usar el arte de Diego Rivera, la música de los Tigres del Norte, y los poemas de José Martí. Todo esto crea una conexión muy fuerte entre mis estudiantes y valoriza nuestra cultura.
Educación,
política y compromiso
Más allá de la tarea diaria cómo profesor es conocido que tienes buenas competencias para el análisis. De hecho eres una persona que opina, por ejemplo el 2012 estuviste en un panel en la Universidad de Texas donde expusiste sobre la violencia con “De maras y otros demonios”.
Bueno, soy licenciado en política en la Universidad de Marymount, Virginia y tengo una especialización en derechos humanos. No hay duda que lo biográfico es importante para estas decisiones. Quería comprender mejor el por qué mis padres decidieron migrar, como asimismo la conexión entre Estados Unidos y Latinoamérica entonces me fui a sacar un magister en estudios latinoamericanos en Nuevo México.
El resultado es que me encanta mi profesión. Siendo un maestro bilingüe y además con una sólida formación en política, derechos humanos, me permite un entendimiento sano sobre la cultura latinoamericana. Eso me ayuda a entender de forma más profunda la lucha de nuestros niños y sus padres para poder tener un futuro mejor.
¿A ver… ¿puedes darnos un ejemplo en que opere esa habilidad?
Claro, por ejemplo, cuando un padre de familia me comenta que viene de Chiapas. Eso significa muchas cosas. No es tan simple como decir son mexicanos o hispanos. Se debe entender que el español es también un segundo idioma para él.
Yo entiendo bien como eso altera la complejidad de vivir en los Estados Unidos y trato de honrar esas raíces e idiomas en el salón de clases. Eso no es algo único en Nuestro Mundo es algo común.
Hablando de política ¿Qué es para ti un líder?
Para mí el título de líder es el honor más grande que uno puede recibir en nuestra sociedad. Siempre tengo a mi abuelo presente cuando pienso en líderes, era carismático y tenía esa capacidad de dar la mano al más necesitado y unir a la gente para conseguir un objetivo común.
¿Existe un líder latino en Madison?
¡Por supuesto! y he tenido la dicha de conocer a muchos líderes aquí en Madison. Primero los padres de familia que se unieron para luchar y lograron que Nuestro Mundo se hiciera una realidad, entre ellos Libbey Ortiz Meister y Grisel Tapia, ellas tienen dedicación y visión. Ellas sí que me han dejado con la boca abierta por todo lo que hacen por su comunidad.
Y a propósito del debate sobre la reforma migratoria ¿A quién admiras en ese frente?
Primero hay que decir que sin reforma migratoria el país no está aprovechando su capital humano de forma adecuada. Por eso nosotros los latinos tenemos mucho que aprender del movimiento por derechos civiles de los años 60s y líderes afroamericanos como Malcolm X y Martin Luther King Jr., son figuras intelectualesque lucharon por la igualdad y dejaron su marca en la historia del país.