I have read the wildest versions of the leak of El Chapo Guzman, that if the tunnel was only a distraction, if absconded five, that if he walked out the door dressed as a relative of an inmate, that if it took 50 billion, that if it was a negotiated leak, which cover the case of corruption scandals that… if this or that.
Por Felipe González López.- He podido leer las versiones más delirantes de la fuga de El Chapo Guzmán: que si el túnel fue sólo un distractor, que si se fugaron cinco más, que si se salió por la puerta disfrazado de familiar de un interno, que si le costó 50 millones de dólares, que si fue una fuga negociada, que si se trata de tapar los escándalos de corrupción, que si esto y aquello.
Pero lo que más me llama la atención es el hecho de que haya decenas de personas que creen totalmente en estas historias.
Porque los mexicanos somos proclives a creerle más al vecino o al tendero que a una fuente fidedigna.
Si el vecino dice haber escuchado que El Chapo se fugó en una avioneta que despegó en mitad de la noche desde la carretera Tabernillas-Mayorazgo de León, lo creeremos sin lugar a dudas. Si se agregan convenientemente detalles como el color de la avioneta o el nombre de un testigo presencial de los hechos, la cosa toma tintes de realidad indiscutible. Y si la versión oficial es completamente distinta, más a favor de la más surrealista y barroca de las historias, porque la gente común creerá mucho más en esta que en cualquier otra.
Y la ficción se impondrá sobre la realidad.
Por años, por ejemplo, hemos dado por hecho que los grandes delincuentes salen de la cárcel a pasear, convenientemente custodiados, porque no falta quien afirme que los ha visto con sus propios ojos que se han comer los gusanos.
Felipe A. González López es periodista con 23 años de trayectoria. Cofundador de Así Sucede de Toluca donde se publicó está opinión. Ha trabajado entre otros periódicos El Financiero y Portal, Diario del estado de México, así como en TV Azteca. En Twitter: @FelipeGlz.