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Madison.’ El primero y dos de noviembre se celebra el “Día de Todos los Santos” y la tradición de los “Fieles Difuntos,” en México, Bolivia, Perú, en realidad en Centro y Sud América. En algunos de estos países se preparan sendos altares con ofrendas hechas con harina que lo denominan (macitas), además agrega al altar una vela encendida, las fotos de los difunto, su plato favorito, frutas, flores, y lo que le gustaba en vida, café, cigarro, vino, adornos hechos de papel de color púrpura y negro, para que se vea bonito el altar.
Durante la noche del primero de noviembre, entre los parientes y vecinos hacen su velorio, toman ponche, fuman cigarro y cuentan anécdotas y chistes de muertos, como este por ejemplo: “Un paciente se despierta después de la anestesia, y ve a un señor a su derecho y le pregunta, Doctor todo salió bien la operación Y el médico le responde, A ver, yo no soy su médico, soy San Pedro, y segundo esto no es un hospital, es el cielo.” “Otro cuento, Pasaba un doctor por el cementerio, entonces se levanta un muerto y le dice, Doctor, doctor qué me receta para las lombrices,” así por el estilo. Al día siguiente, o sea, el dos de noviembre, en algunos países, los dolientes llevan las ofrendas y todo lo que estaba en el altar al cementerio cerca de la tumba del difunto y hacen orar por el descanso eterno de su espíritu en la eternidad.
Según la tradición católica latina, en estas fechas los cielos se abren, para que el alma o el espíritu de los que se fueron a morar con el Altísimo, retornen a la tierra a visitar a sus seres queridos, quienes los esperan con un altar preparado con sus fotos, alimentos y bebidas cuando todavía moraba en la tierra.
En realidad esta es una bonita tradición, que une a las familias latinas y apoya la cultura latina, que ha sido implantada por la religión católica para los católicos, porque las otras comunidades que no son católicas no la practican.