Por Chiara Mussari
A Decent Woman (Los Decentes), una coproducción Austria-Argentina-Corea del Sur y opera segunda de Lukas Valenta Rinner, es una película intensa, dramática y provocadora, merecedora de estar en el Wisconsin Film Festival 2017.
Dos dimensiones, la de la clase social burguesa y conservadora y la de los nudistas progresistas que se alejan de la sociedad creando un espacio diferente y mágico (“No cierres la puerta que se escapa la magia” está escrito detrás de la puerta de entrada en el campo nudista), son conectadas desde el predominante punto de vista de una tímida y, sólo en apariencia, trastornada mucama, que representa una tercera dimensión, la de la clase trabajadora. Una mujer que se aventura en una odisea
Los temas son los de la imposibilidad de comunicación entre comunidades vecinas, del aislamiento, de lo espantoso de lo desconocido y de la irreparable oposición. Un bien estructurado enfrentamiento entre dos maneras de ver el mundo, en las que los cuerpos son los intérpretes principales. Es una película totalmente visual.
Expresamente notable es la interpretación de todos los caracteres. Pero nos llama una particular atención la de Iride Mockert, que muestra la evolución de Belén relacionada a su cuerpo y a su deseo, una correspondencia que se manifiesta en la inicial distancia con ambas dimensiones, hasta que no se acerca a una de ellas.
Un estilo claro, hecho de pocas sino significativas palabras. Es el lenguaje del cuerpo que habla. La maravillosa interpretación de la protagonista se reconoce aquí también, en su increíble capacidad de hablar sólo y exclusivamente con el cuerpo. Sin mencionar el papel fundamental que juega el plano con su ángulo visual subjetivo. La cámara, de hecho, nos muestra lo que Belén está viendo, es decir, nosotros tomamos, a lo largo de toda la película, la visión en primera persona de la protagonista. Una visión intensa que puede, tal vez, ser pesada, pero que, sin embargo, nos permite de entrar en la historia
En el infierno está un paraíso, un mundo mágico, donde el desencanto, al final, se esfuma. Los decentes luchan para la libertad y mueren, y vale la pena luchar y sacrificar la vida por amor de la libertad.
Un film intenso y rico, con un final que aparentemente deja de emplaste: Toda el suspenso que acompaña la película a través las estrategias de la música, de los ruidos y diferentes sonidos, de repente, se desarrolla en una lucha animada, hecha de sangre y muerte, una lucha entres la tres dimensiones, que nos deja la posibilitad de interpretar y entender quien al final vence: ¿los decentes? ¿Los burgueses? ¿Los trabajadores? De hecho todos mueren, y la magia parece escaparse. Un juego de apariencias y realidad muy bien jugado.
Yo personalmente, prefiero ver un mensaje positivo: Tal vez la puerta del club nudista no se ha cerrado totalmente, y un resquicio de luz todavía puede entrar y dejar que la magia pueda todavía estar.