Por Arturo Szczepan*.- La primera reacción de mi jefe cuando supo la noticia de los tiroteos en Umpqua Community College en el estado Oregón, fue pensar que algo así podía pasarle a su hija mayor, que inicia su vida en la educación superior. Luego el temor que a sus hijas más pequeñas, aún en la Elemental de Middletown podrían pasar por una situación similar. Por último, su tercera reacción fue murmurar algunas obscenidades contra quienes se oponen al control de armas en Estados Unidos, más por impotencia que por real deseo de insultar.
Esto ocurre porque mi jefe también se da cuenta del apoyo implacable que el lobby de las armas tiene en el Congreso y en la opinión pública, y por tanto no hay prácticamente ninguna posibilidad de que los Estados Unidos siga el ejemplo de casi cualquier otro país avanzado y limite el suministro, transporte y uso de armas de fuego letales para los civiles.
Horas después vi las declaraciones del presidente Obama en televisión. No hay duda que siente la misma frustración y desesperanza que muchos otros lo hicieron. Por eso entregó uno de los discursos más poderosos que le he visto.
Y aunque “el hombre más poderoso” del mundo no tiene posibilidades de cambiar esta situación, dejó allí, en el expediente bien expuesto donde reside la culpa principal de esta desgracia nacional en curso.
Luego de las frases sacramentales de duelo a víctimas, él dijo: “No es suficiente. No capta la angustia, el dolor y la rabia que debemos sentir. Y no hace nada para evitar esta carnicería de será infligido en otro lugar en los Estados Unidos, la próxima semana o un par de meses a partir de ahora”.
Y luego Obama dijo una de las verdades más angustiantes de esta sociedad:
“No somos el único país de la tierra que tiene la gente con enfermedades mentales o desea hacer daño a otras personas; pero somos el único país avanzado en la tierra que tiene este tipo de tiroteos masivos cada pocos meses”.
Su emoción y también su ira, eran muy notorias, incluso tras la pantalla. El presidente continuó: “De alguna manera esto se ha convertido en rutina. El informe es de rutina. Mi respuesta aquí, en este podio termina siendo rutina. La conversación en las consecuencias de la misma. Nos hemos convertido en insensibles a esto”.
“Hablamos de esto después de Columbine y Blacksburg, después de Tucson, después de Newtown, después de Aurora, después de Charleston. No puede ser tan fácil para alguien que quiere hacer daño a otras personas para conseguir sus manos en un arma. Y lo ha convertido en rutina, por supuesto, es la respuesta de quienes se oponen a cualquier tipo de legislación arma de sentido común. En este momento, puedo imaginar los comunicados de prensa que se producen ahí. Necesitamos más armas, que van a discutir. Menos leyes de control de armas. ¿Alguien realmente cree eso?”, digo molesto el Presidente.
Y Obama no se equivocaba. Ya sea que lo creas o no, los partidarios del lobby de las armas en Wisconsin ya estaban por ahí difundiendo ese argumento en programas de cable, en los sitios Web conservadores y en las redes sociales. Escuché incluso el argumento interesado que “el tirador fue al Umpqua Community College porque era una ‘zona libre de armas’”, simplemente indignante.
“Tragedia sin sentido” leí en el Twitter de Jeb Bush. Incluso Ben Carson, el ex neurocirujano, adoptó una línea similar. “Obviamente, hay quienes van a estar llamando para el control de armas” dijo en “The Hugh Hewitt Show”. “Obviamente, ese no es el problema. El problema es la mentalidad de estas personas”.
Si se dan cuenta el eslogan es siempre el mismo: el problema no son las armas, son los pistoleros. El lobby de las armas en plena acción.
Si usted escuchó con atención a Obama el jueves pasado, se habría dado cuenta de que, en sus palabras de ira y desesperación, tampoco se perdonaba a sí mismo, o al resto de nosotros, de la responsabilidad por esta ‘meshuggeneh’ (desquiciada) situación.
“Esta es una opción política que hemos hecho para que esto suceda cada pocos meses en Estados Unidos”, dijo con claridad, y remató “Nosotros somos colectivamente responsables ante aquellas familias que han perdido a sus seres queridos a causa de nuestra falta de acción”.
Creo que Wisconsin con una cultura de caza muy enraizada debe empezar a distinguir entre el deporte de la caza en campos determinados y reglamentados y el pasatiempo de portar armas en zonas urbanas.
*Mordecai Szczepan, es analista y comentarista político en su natal San Juan, Argentina. Aquí en Madison es un trabajador más.