Por Mordecai Szczepan.
El llamado Acuerdo de París luego de cuatro agotadores años de conversaciones logró el compromiso de 195 naciones en aprobar limitar el calentamiento global a “muy por debajo” 2 grados Celsius, o 3,6 grados Fahrenheit, a través de una meta a lograr el año 2100. En el mediano plazo, promete ayudar a los países pobres con transferencia de recursos para desarrollar sus economías de una manera respetuosa con el medio ambiente.
En las próximas semanas, el acuerdo se “depositará” en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde se les pedirá a los embajadores firmar en nombre de sus países a partir de abril. Si todo marcha bien, el acuerdo debería entrar en vigor el 1 de enero del año 2020 y sustituir, por fin, al Protocolo de Kioto.
Buscando opinión experta consulté a Vanessa López Barquero, investigadora de postgrado en el Departamento Astrofísica y Física (UW-Madison) y panelista en el magazine radial En Nuestro Patio de radio WORT. Ella opina que “Se trata de un avance importante hacia una desaceleración del cambio climático. Sin embargo, tenemos que ser realistas, hay puntos positivos y negativos con respecto al acuerdo.
La Conferencia de París es prueba de que cuando la comunidad internacional se encuentra ante un desafío mundial es posible el diálogo, el debate y llegar a una idea en conjunto. Hemos dado un paso hacia el camino que nos lleva a un futuro más estable y saludable, donde las llamadas tecnologías de energía alternativa nos ayudarán en ese proceso”.
Sobre las posibilidades que el acuerdo logré ser universal y vinculante, la astrofísica costarricense me indicó:
“Hay serios obstáculos que se nos presentan. El cambio climático es un problema complejo y ante todo, toca quizá uno de los hilos más relevantes de la sociedad actual: la economía”.
¡Es la economía!.. ¿En este caso cómo opera?, le pregunto.
“Es costoso modificar los paradigmas actuales de producción energética; países como Estados Unidos y China, los actuales mayores contribuyentes al cambio climático, no encontrarán una vía sencilla para una transformación de tal magnitud.
Pese a la existencia de una jerarquía de poder, los países ricos deberán de contribuir a una justicia económica-ambiental hacia los más pobres y afectados por el cambio climático; asimismo, una unión entre políticos, científicos, industria y la población en general nos conducirá a una consciencia colectiva del problema y la creación de una cultura de cambio”.
López Barquero tiene razón, por suerte en EEUU la ratificación requiere la firma del presidente Obama, no la aprobación del Senado, que ya se ha manifestado hostil al acuerdo. En efecto, El líder del Senado opina que el acuerdo climático significará la pérdida de empleos y aumentos de las tasas.
Escucho a Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace Internacional que dice: “En París, la raza humana se ha unido en una causa común, pero lo realmente importante es lo que los países harán después de esto”. Me recuerda a Vanessa López cuando me señala: “Si bien unas firmas y tinta no resuelven de manera inmediata la crisis que afrontamos, el mundo se ha mostrado capaz de unirse y luchar por lo más preciado que tenemos: nuestra existencia”.
*Mordecai Szczepan, era analista y comentarista político en Sudamérica. Residente en Madison hace algunos años, aquí es un trabajador más que no puede dejar de opinar sobre las cosas que punzan.