El legado de un inmigrante boliviano que ha forjado un camino de contribuciones y apoyo para los latinos en la ciudad de Madison, desde sus primeros días hasta la actualidad.
Madison.- Mientras en 1965, Estados Unidos empezaba a implementar la ley de los derechos civiles e incrementaba su presencia militar para combatir en la guerra de Vietnam por una combinación de factores ideológicos y políticos; Luis Castillo salía de Bolivia sin imaginarse que su vida nunca más volvería a ser la misma.
La única experiencia que había tenido en el extranjero fue en Brasil y hasta llegó a contemplar la posibilidad de radicarse en ese país ubicado al Sur de América, sin embargo, sus planes cambiaron cuando un amigo misionero lo invitó a la tierra del Tío Sam y como caído del cielo le proporcionó toda la asesoría y patrocinio legal que necesitaba.
“George Pfanku me envió una carta diciéndome cómo llegar, cómo comprar boletos, cómo tomar el autobús de Chicago a Madison. Sólo sabía unas pocas palabras de inglés y como él vivía en Arena WI por lo que Madison era un lugar cercano para venir”, narra el boliviano que llegó a Estados Unidos hace 58 años.
En aquella época, la ciudad de los cuatro lagos era pequeña y conocida por sus constantes protestas en el campus de la Universidad de Wisconsin por la coyuntura política que atravesaba el país en su momento. Esta situación no perturbaba del todo a Castillo pues venía de un lugar donde sus habitantes se manifestaban constantemente y muchas veces el pacifismo no era la principal característica de las movilizaciones.
Además, al estar en suelo norteamericano entendió la oportunidad que la vida le estaba poniendo en las manos y empezó a buscar trabajo. Cuenta que conoció a la familia de Julián Barrientos quien lo ayudó a conseguir un puesto pintando casas y además le ayudó a cuidar a sus hijos.
“Algún tiempo después, la oficina del gobernador Warren P. Knowles se enteró de que había llegado como inmigrante y me envió una carta de bienvenida y su fotografía. Eso ratificó mucho más mi deseo de quedarme en Estados Unidos de América”, afirma el boliviano.
El latino asegura que durante esta aventura ha tenido que vivir muchas anécdotas que guarda en su memoria como si hubieran ocurrido hace pocos meses, por ejemplo, menciona que, en una oportunidad se le acabó el trabajo que tenía como pintor y su amigo George lo acompañó hasta el estacionamiento de una bolsa de empleo.
“Yo no sabía muchas palabras en inglés y él me dijo que entrara solo porque necesitaba aprender a enfrentar desafíos. Lo logré. Entré, me presenté y me registré. Al poco tiempo, encontré un trabajo yo mismo en el Hotel Lorraine y allí empecé a mejorar mi inglés”, explica.
Luis Castillo ha sido uno de los primeros colonos en pisar suelo norteamericano y su camino no ha sido nada fácil, explica que por fortuna ha tenido a Dios que guía su camino y a sus amigos de la iglesia First Baptist of Madison que lo orientaron, lo escucharon y fueron determinantes a la hora de tomar decisiones.
“Era una iglesia activa y me uní a las actividades para jóvenes adultos. Todos se convirtieron en mi familia. De hecho, cuando finalmente me casé, uno de los miembros me proporcionó comida y su casa para la cena de ensayo, ya que yo no tenía familia en Estados Unidos”.
Igualmente, explicó que cuando decidió radicarse en Wisconsin empezó a capacitarse porque, aunque ya era mayor no logró terminar la secundaria en Bolivia, no obstante, las oportunidades en esta parte del mundo están puestas para todo aquel que quiere aprovecharlas y la edad no fue un impedimento para sacar sus estudios básicos adelantes y graduarse de una escuela de arte de Minnesota.
Luis, también le contó a La Comunidad News que cuando llegó a Madison se consiguió una novia en el hospital donde fue atendido por unas molestias en la vesícula. Ella era blanca y él latino características por las que recibieron muchas críticas, “en ese momento había muy pocas parejas interculturales y creo que la gente nos miraba fijamente. Mi esposa tenía una tía abuela que lo desaprobaba. A mi esposa, entonces novia, también la llamaron a la oficina del director de su escuela de enfermería y le advirtieron que no saliera con un extranjero”, señaló.
Además, contó que pagó cara la ignorancia sobre el impuesto federal, pues cuando recibió el documento, le pareció fácil botarlo a la papelera y meses después le llegó una carta del IRS advirtiéndole que de no ponerse al día con los impuestos podría ir a la cárcel, “lo pagué rápidamente”.
Aventuras e historias qué contar son las que tiene este hombre que, en silencio, sin prisa, pero, sin pausa ha hecho contribuciones considerables y de gran relevancia para la comunidad latina que hoy reside en Madison y que cada día crece más. Tanto así que con el apoyo de Betty Barrientos creó la Organización Hispano Americano, “ella tenía muchos contactos y queríamos alentar a la comunidad”.
Sin embargo, el proyecto terminó por falta de participación de la gente y tiempo más tarde, un grupo de profesionales de diferentes nacionalidades, incluidos estadounidenses, formaron la Alianza Cívico Cultural. Trabajaron para ayudar a las personas especialmente a los recién llegados que huyen de la guerra en Centroamérica a romper barreras del idioma, a ubicarse laboralmente, etc. “Financiamos este grupo con cuotas de membresía y ocasionalmente cocinamos comida para vender. No pedíamos dinero al Gobierno ni a otras organizaciones”.
Así transcurrió el proyecto y una década después, Luis se casó y su suegra le habló de un pastor en Kenosha que había sido misionero en Bolivia. Su nombre era Fred Thomas y su esposa era Ilda Thomas, originaria de Uruguay. Hablaba inglés y español con fluidez. Más tarde los trasladaron a una iglesia en Madison, justo al lado de Park Street en Badger Road.
A Ilda le encantaba ayudar a la gente y comenzó a trabajar con los nuevos inmigrantes cubanos en Madison. Comenzó a ayudarlos en el centro comunitario de la plaza,
El boliviano habló con la directiva de Alianza Cívico Cultural para disolver la organización y ayudar a Ilda, así nació el Centro Hispano, un lugar que acoge a cientos de migrantes que se sienten desorientados y los ayuda de la mejor manera posible “el Centro Hispano celebra ahora 40 años. Esto me hace feliz y aprecio a todas las personas que han trabajado duro para convertirlo en lo que es”, manifiesta el líder de la comunidad.
Además del Centro Hispano, Ilda Thomas también ayudó a Luis a empezar con su iglesia evangélica de habla hispana. Tenían personas que querían asistir y congregarse, pero no había la logística, el liderazgo y la disposición que ameritan este tipo de ceremonias.
“Las familias querían servicios religiosos más regulares. Comencé un estudio bíblico el sábado por la tarde en la iglesia de Sherman Ave. Vinieron varias personas que vivían en el lado oeste y yo los estaba recogiendo para el estudio bíblico, así que pasé mucho tiempo conduciendo”, manifiesta Luis.
En este sentido, Luis buscó la manera de conseguir un lugar más centrico para toda la comunidad y así habló con el pastor Fred Thomas, “siguieron llegando más hispanos y necesitaba ayuda. El Groupo Evangelico Hispano habló con la Conferencia Metodista Unida, enviaron a un pastor Puertorriqueño después de dos años, y después tuvimos servicios en la Primera Iglesia Metodista Unida en el centro. Me involucré bastante en la UMC y estuve involucrado con el Caucus Hispano en la Conferencia de Wisconsin”, explica.
Así mismo, Castillo ha visitado por más de 20 años la Prisión Federal de Oxford, una iniciativa que nació junto al pastor Gutiérrez para brindar servicios religiosos a los reclusos de habla espanol “nos unió con un propósito fuera de nuestra propia comunidad y parecía que a los internos les gustaba mucho”.
Madison ha crecido considerablemente y a la vez su población hispana, si se compara con la ciudad de hace cincuenta años, sin duda hoy hay más países que se ven representados. Además, contar el reconocimiento por parte del distrito escolar es un paso enorme que le permite a la comunidad satisfacer necesidades.
Castillo explica que contar con una escuela de inmersión del español es sumamente importante para la conservación cultural y de idioma, “nuestra nieta empezó allí en la guardería, continuó con clases de español en la escuela media y secundaria. No hablábamos español en casa, pero ella estuvo expuesta a él. Ahora enseña historia en una de las escuelas secundarias locales”.
La Iglesia Metodista Unida también experimentó un crecimiento en sus congregaciones en español y necesitaban más ayuda. Las congregaciones españolas tienen una tradición de líderes laicos, por lo que impulsaron un programa para capacitar a más líderes laicos, Luis participó también en esta formación. En el verano, fuimos durante dos semanas al seminario en Evanston, Illinois. Estudiábamos teología en español, por supuesto. Los profesores estaban muy bien informados, una semana una mujer, la semana siguiente, un hombre.
Luis es reconocido en la comunidad, es valorado y hoy desde la Comunidad News queremos agradecerle por la contribución que ha hecho durante estos años. La misión de los latinos e hispanos no es tarea fácil, pero tal y como lo dice él es importante seguir trabajando duro, aprovechar la educación y formación y seguir persiguiendo el sueño.
“Las nuevas generaciones no deben olvidar ni ignorar cómo la comunidad hispana trabajó duro para lograr avances en Madison. Ellos también pueden hacerlo. Ser voluntario en la comunidad es muy gratificante y puede ser divertido si lo haces con amigos. Una vez al mes, soy voluntario en Second Harvest, que es un banco de alimentos para el suroeste de Wisconsin”, explicó Castillo.
Finalmente, Luis Castillo dijo que nuestra ciudad tiene muchas culturas representadas, no solo la latina y esta es una oportunidad para darlas a conocer y respetarlas todas, entenderlas y ayudarlas y expresó que su deseo es ese que jóvenes se motiven en trabajar y estudiar y sientan pasión por ayudar a las personas.
“Soy optimista en cuanto a que el futuro de la comunidad latina es bueno porque ahora hay muchas más oportunidades que hace 50 o 60 años. Venimos de muchos países diferentes con diferentes culturas, idiomas y tradiciones. Deberíamos usarlos sabiamente y aceptarnos unos a otros sin discriminación. Esto contribuiría en gran medida a crear una comunidad. Doy gracias a Dios por su guía en mi vida”, finalizó Luis Castillo.