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En el fútbol suelen ocurrir distintas situaciones, coincidencias, hechos anecdóticos, pero lo que no es muy frecuente es que varios hermanos jueguen juntos vistiendo la misma camiseta. Más cuando ese equipo fue creado por su padre, quien es a su vez el director técnico.
Esta situación se da hoy en la Liga Latina de Madison, más precisamente en el club “Juventus”, que participa en la. Allí los hermanos Frankie Herrera (17), Jesús Magdiel, Enrique (15), Oscar (13) e Ivan (10), jugador categoría infantil, comparten la misma pasión en el “Juventus”, de Madison.
Pero más importante, el fútbol se ha ido convirtiendo en una señal de distinción para esta familia; tanto, que el futuro mismo de estos hermanos seguramente seguirá la suerte de su habilidad con el balón.
Lo de la familia Herrera de Madison recuerda a lo que pasó en uno de los grandes equipos argentinos, el club Atlético Huracán, donde esta situación se dio en dos oportunidades. En la década del ’50 vistieron la camiseta del “Globo” los tres hermanos Paccioni (Tedis, Clever y Nenlo) y pocos años más tarde lo hicieron los hermanos Tomás, Aníbal y Héctor Corchete.
La invisible conexión de jugar juntos
“Somos ocho hermanos —dice Frankie, el mayor de los Herrera— de los cuales cuatro, Iván, Oscar, Quique y yo somos jugadores de fútbol. Nos mantiene ocupados y es muy divertido porque tengo con quien conectarme”, inicia la entrevista el joven madisonita.
“Es algo especial jugar en familia, difícil de describir. Uno de mis hermanos juega en la defensa, otro es portero y otro mediocampista. Así con un hermano en cada posición clave está el cuadro completo”, dice entusiasta Frankie.
Por su parte, Jesús Magdiel indica: “¡A mí me parece fantástico! Yo estoy agradecido de poder jugar junto con mis hermanos, porque hoy en día es muy raro ver a una familia jugando junta. Además, en mi opinión, lo hacemos bastante bien”.
“Nuestra química es excelente porque hemos jugado juntos toda la vida”, apunta Oscar, el hermano arquero de 13 años.
De Chihuahua: La historia de una familia ‘cabeza de pelota’
Los Herrera, en su origen, es una de esas grandes familias chihuahuenses, numerosas y bulliciosas, con muchos hermanos y primos; y que con el paso tiempo van tomando rumbos distintos en la vida.
Jesús padre nació en Delicias, una ciudad de unos 100 mil habitantes que al igual que Wisconsin destaca por ser un importante centro comercial por poseer una de las más relevantes cuencas lecheras del norte de México.
“Mi nombre es Jesús Herrera y soy originario de México, pero más soy de Chihuahua”, dice ante una cámara que lo graba con ocasión de este reportaje.
Jesús es un tipo simpático. En su brazo derecho se aprecia un gran tatuaje que dice simplemente “Herrera”. Le gusta la música, en particular los corridos, a veces puede hasta reír con Calibre 50 y “Préstamela a mí”.
La música norteña siempre trae alegría al trabajador. “No hay como unas rolitas bien chidas”, dice Herrera.
“En México jugué desde niño, incluso algún tiempo fui semi-profesional y obtuve varios campeonatos”, narra Jesús y prosigue: “A Madison llegué en 1993 y casi de inmediato me vinculé al fútbol local”.
En aquellos años no había liga latina organizada, los hispanos no asociados a la universidad jugaban en el Warner Park.
“Yo jugué en equipo mixto de nombre “Cobra”, ahí conocí a muchos que hoy son mis amigos como Marco Alonso, José López, Miguel Villalpando”, recuerda; “El Juventus lo fundamos con amigos el año 2000 cuando los ochos equipos empezamos a organizarnos mejor”.
En Delicias habían quedaron hermanos, primos y sobrinos; pero desde Florida vendría su futuro.
A mediados de los ’90 Jesús conoció María, una chica de Immokalee, Florida. Se hicieron inseparables, hicieron familia y como forma de formalizar todo lo que habían construido juntos, se casaron el año 2012.
En la actualidad Jesús trabaja “en techos”, pero también ha iniciado una compañía de instalación de cubiertas propia denominada “Badger Tech Insulation”.
“Uno mira atrás, y luego de tanto esfuerzo, tristezas, desilusiones que le pasan, al final se reconoce que lo importante es echarle ganas y nunca perder la esperanza… hay que conciliar el esfuerzo propio con el plan de Dios”, comenta María.
El matrimonio es profundamente creyente. “Para lo bueno y para lo malo, siempre estamos en las manos de Dios”, indica Herrera.
¿¡Cómo lo hacen con el presupuesto?!, pregunto intrigado
“Gracias a Dios los gastos de la casa los coordinamos mi esposa y yo. Hay que reconocer que es un poco duro con tantos hijos. Y además está lo del soccer, yo calculo que solo en fútbol se nos van unos 8 mil dólares al año”, dice Jesús.
Eso es bastante dinero, ¿nunca ha pensado en usarlo en otros fines?
“Para mi está bien, es bonito tener a la familia reunida en torno a una actividad común. Además es como una inversión, yo veo cómo mis hijos crecen como personas sanas y con valores”, afirma el mexicano.
Los roces de ser padres y entrenadores
El hogar de los Herrera se erige en un lindo barrio al sur del downtown de Madison. En su interior, la casa dispone de largos sillones para acoger siempre a varias personas en la sala principal. Allí ocurre la vida cotidiana, sea ver partidos de fútbol internacional en la enorme pantalla; sea preparar los implementos deportivos para un día cualquiera de entrenamiento.
María Herrera es la responsable por organizar a todo este clan, que incluye un perro.
“Yo trabajo por horas. Y mi vida pasa así, conduciendo las dos ‘trocas’ que tenemos. Me salgo del trabajo, los llevo, los traigo. Le hago un “raid” a uno, dejo al otro. Hay que decir que es mucho. A veces estresa, pero prefiero tener a mis hijos jugando soccer y haciendo los que les gusta, a que estén andando en la calle haciendo maldades. El mundo de las drogas, las gangas siempre está ahí como un camino fácil”.
La casa de los Herrera se ve plácida. Se observan algunos cuadros en las paredes y en los aparadores descansan varias copas deportivas, prueba fehaciente de victorias pasadas.
Ni creas que este lugar es muy pacifico
—dice Frankie—. Después de cada partido, nunca existe un final feliz y siempre tengo que recibir las duras evaluaciones de mis padres. Depende a que torneo viajamos, Ohio o Kansas City, si hago un buen papel en el partido luego ellos me darán una crítica constructiva; pero si no jugué bien, ¡Ay de mí!”
El padre indica: “Ustedes quizás no comprendan lo emocionante que es compartir el fútbol con tus hijos. Quizás por eso también yo me enojo mucho con ellos. No lo hago de maldad, solo quiero que hagan lo mejor en la cancha. sé que suena injusto pero a veces quiero que hagan lo que yo hice, pero puedo entender que todos somos diferentes”.
“En todo caso, no me estoy quejando —indica Frankie— son mis padres y entrenadores, ellos me hacen saber qué hice mal y qué debo mejorar. Recibir críticas no es agradable, pero me hace más fuerte”.
“Mi papá como es el entrenador técnico nos da muchas órdenes, y mí me mandonea bastante”, anota Jesús Magdiel.
“Pero también les decimos con mucha alegría cuando han hecho algo bien, o nos sorprenden con alguna jugada”, observa Herrera papá.
No hay fórmula perfecta, pues Frankie comenta:
“El problema es que cuando ellos me dicen que he hecho un buen trabajo, generalmente no les creo (ríe), porque pienso que ellos lo están diciendo como padres, con cariño porque ellos siempre te empujan y te motivan a ser mejor. Entonces soy yo el que me enojo, me cierro a sus palabras y no quiero escucharles, y algunas veces me he puesto a llorar; pero todo esto a uno lo hace mejor jugador y mejor persona. Y ya ven, el fútbol ha terminado siendo una forma de vida para mí”, concluye Frankie.
La madre también se da cuenta de esa tensión no buscada, y opina:
“Sí, yo me puedo dar cuenta que en ocasiones somos muy duros con ellos: ‘Que no hiciste esto’ o ‘¿por qué no lo hiciste así?’. Puedo darme cuenta que a veces le causamos tristeza, y me siento mal porque no me gusta causar frustración… Sí, esa es la única parte de nuestra vida futbolera que no me gusta”
Los Herrera vistos a través de María
De entrada uno puede intuir que Herrera mamá es una mujer interesada en el deporte, por ejemplo, cuando arrancó el “March Madness”, ella cambió la foto de su perfil social con la imagen de su equipo favorito, el de la universidad local.
De personalidad inquieta, a María el ser madre de tantos hijos no le ha impedido tener sus propios intereses e ideas. Ella gusta tanto de celebrar y organizar un “Chrismas Party”, como darse el tiempo para escaparse de vez en cuando a su Florida natal, en especial si el invierno se pone duro aquí.
Con sus amigas siempre habla de ir a Lagarto, el popular antro hispano local y también se le puede ver de paseo con sus hijos en el zoológico de la ciudad.
Pero la más de las veces María permanece activa en Facebook. La red social la mantiene en contacto con amigos y le permite también dar su opinión.
Por ejemplo, cuando Alianza Latina organizó la participación hispana en la Marcha del Orgullo Gay el verano pasado, ella también les apoyó.
O cuando decidió compartir en Facebook la mariposa monarca del movimiento pro migrante. Se trata de la mariposa anaranjada que ha personificado bien a los mexico-estadounidenses en la reciente revuelta contra las leyes anti-migración que impulsó el Partido Republicano de Wisconsin.
Cuando voces de la Frontera organizó la marcha al Capitolio por el Día sin Latinos, María estuvo allí con toda su familia.
“No había duda que había que asistir. Más allá de la situación de cada familia, concurrir y apoyar es lo mínimo que podíamos hacer”, dice.
“Así es, apoyarnos entre nosotros mismos, es decir a la comunidad latina. Por eso, a pesar del frio, llevamos a nuestros hijos”, acotó Jesús.
“Ellos deben conocer y saber que tienen que apoyar en el futuro cualquier actividad o marcha”, acota María.
“Así es porque aunque estos nuevos Herrera son nacidos aquí, no por eso van a dejar de conocer y apoyar su cultura y raíces latinas”, concluye Jesús.
Sobre futbol María confiesa: “En principio cuando llegué a Madison yo odiaba el fútbol; pero bueno, hice una vida con un futbolista y aprendí primero a respetar este deporte, luego a quererlo y finalmente a convertirlo también en pasión”.
“¡Oh no!, yo no juego soccer. Lo hice una vez, como portera, una final… fue la primera y última vez”, recuerda con gracia. Pero eso no quita que no sepa de futbol y que goce con buenos partidos, por ejemplo, es hincha del América, y todavía puede recordar al detalle partidos como cuando el chilango América le ganó al Chivas de Guadalajara, 4 a 0.
“Cuando conocí a Jesús el 1997, los fines de semana todo era futbol y futbol, era odioso; pero cada uno escoge su destino. Ahora me considero muy metida en la disciplina”, repasa María y sentencia: “Sí me preguntas, en la actualidad me defino como una “adiccted soccer mom”.
“En realidad —dice María bromeando y riendo— a mí de verdad me gustaría convertirme en managers de mis hijos algún día. Créanme que de verdad estoy practicando para eso. Bueno, también me gustaría que algún día vayan a la universidad a estudiar una carrera y que yo, les esté manejando también ¿eh?”, dice María con picardía y carcajea con más ganas.
Los Herrera vistos a través de Frankie
Frankie Herrera está acostumbrado a la exposición. En los últimos años ha agregado a los descubrimientos propios de la adolescencia, los amigos, la novia, los nuevos intereses, el reconocer que, cual sea su futuro inmediato, éste pasa por el fútbol.
“Empecé a jugar fútbol de forma constante más o menos en cuarto grado de secundaria”.
¿Y siempre has sido persona de fútbol?, le preguntamos.
“Siempre… bueno casi siempre. Una vez descansé del fútbol-soccer por un año y me interesé en el fútbol americano; pero volví al soccer como delantero y goleador, y de ahí no me moví más”, señala.
Ser delantero y goleador son características que los caza talentos aprecian. Y en efecto en la primavera del año 2014 un representante lo contactó para hacer unos partidos de exhibición.
Su madre recuerda: “Fue muy emocionante para toda la familia. Una persona representante de Chicago Fire, una conocida escuela de futbol juvenil, nos hizo viajar hasta Saint Louis para que Frankie fuera evaluado en sus habilidades”.
La academia de fútbol pagó sus gastos y el resultado del viaje dejo claro que Frankie tenía “pasta” de profesional.
De vuelta de su gira por Missouri, Frankie pronto pasó a ser parte del “roster” o la planilla del Wisconsin Fire Team, afiliado al Chicago Fire.
Ese verano del 2014 el sentimiento de la familia Herrera podría ser calificado de “orgullo y satisfacción”.
“Frankie estuvo de cumpleaños el 17 de agosto, el 22 el pequeño Joeshua y Enrique entró al “West Freshman Soccer Team”. ¡Cómo no estar orgulloso de los logros de mis hijos!”, rememora Jesús.
“Ese verano Frankie cumplió 16 años y estábamos felices por él. Recuerdo que cuando nació era un bebe cachetón y hermoso”, recuerda María.
El valor de Frankie alcanzó los medios, por ejemplo, luego de una victoria 2 a 1 de la secundaria Madison West contra Middleton, donde el quipo de Frankie superó una inicial hegemonía de su rival de Middleton, el periódico Wisconsin State Journal tituló: “WIAA boys soccer: Madison West overcomes early deficit to knock out Middleton”, mientras la foto mostraba un tremendo gol de Frankie.
Y las ofertas de universidades empezaron a llegar.
“Más o menos en esa época el fútbol paso a ser de una diversión familiar a tomar cada vez más el carácter de la llave para el triunfo, porque me dio la oportunidad de ir a la universidad ¡con becas y jugando el deporte que me gusta!”, dijo Frankie.
Mientras tanto, el 2015 fue su primer año jugando en un “varsity team”, una selección escolar.
Le fue bien: en el primer semestre marcó 11 goles e hizo 4 asistencias directas de pases para goles. Siguió escalando a punta de goles y pasó a formar parte del “First Team Conference”, algo así como la selección estudiantil de la ciudad de Madison. Sus estadísticas mejoraron. En otoño pasado Frankie anotó 19 goles y 8 asistencias para gol, además resultó seleccionado para el Wisconsin First Team.
A principios de febrero de este año, Frankie firmó un compromiso para jugar soccer por la Universidad de WI-Platteville cuando se gradúe de secundaria en junio; pero también tiene compromisos con las universidades fuera del estado. Ahora la decisión es de él.
El presente de hoy será el recuerdo del mañana
Y aunque nadie sabe que será del mañana de esta familia madisonita, en el futuro será recordada en el circuito del fútbol como una leyenda local.
“La vida es curiosa, para mi jugar futbol es “fun” pues me mantuvo ocupado después de la escuela. Y ahora que tengo estas ofertas, es el mismo fútbol y sus instrucciones, como tomarme las cosas con calma y tranquilidad, lo que hace que tome con serenidad lo que vendrá luego de mi graduación de secundaria”, anota Frankie. Luego hace una pausa, sonríe para sí y agrega: “Además… bueno, hay una ventaja indudable…”.
¿Cuál es esa?, preguntamos curiosos.
“A las chicas les encantan los jugadores de futbol, eso es una buena razón para seguir en esto”, remata riendo.
Palabra de fútbolista
Frankie ¿Qué recomiendas al que quiere mejorar su habilidad?
Lo primero: nunca pares de entrenar. Luego, correr de forma diaria pues la condición física es vital. Y por supuesto entrenar toques del balón. El fútbol es talento y práctica.
¿Qué te ha dado tu papá en cuanto a entrenador?
Él dio forma a mi estilo de juego. Reconozco que a veces pretendía no escucharle; pero la realidad es que sí, le escuché}. ¿Y sabes por qué? porque el jugó por muchos años y en mi posición también. Por eso cuando estoy en el campo y hay que tomar una decisión rápida, pienso, que haría papá. No parece, pero es así.
¿Escoge a otro hermano Herrera que te fascine su forma de jugar?
Mmm, Ok, sin dudar, Oscar, porque en la cancha se transforma, es un jugador sin miedo con confianza en sus habilidades técnicas.
¿Y quién es el peor jugador de la familia?
Joshua. (Todos los presentes ríen, porque Joshua, con ocho años es el más pequeñito de la familia). Los otros Herrera
“Para mí, tener muchos hijos es una bendición de Dios. Por otro lado, creo que es la mejor inversión que los padres pueden hacer, es invertir en la educación de ellos”. (Jesús Herrera).
Jesús Magdiel (16). Defensa.
Juega como defensa para LaFollette High School, Regent Soccer Club U18 y Juventus.
“Soy defensor porque mi entrenador de 6° grado, jugador había conocido a Pelé, un día se fijó en mis habilidades y me dijo ‘Jesús, eres fuerte y rápido y deberías jugar de defensor y al centro’. Desde entonces estoy en eso.
En la actualidad Jesús Magdiel cursa el décimo grado, le encanta su rol de ser el primero en tocar la pelota al inicio de un partido, y en el futuro se ve como especialista en terapia física, masajista deportivo, y con el ejemplo de su hermano, “Yo también soy optimista y espero ver qué tipo de puertas el futbol abrirá para mí”.
Oscar Herrera (13). Portero.
“Me gusta la conexión con mis hermanos en la cancha. Mi mamá mi alienta en cada juego y mi papá me da las pautas. Es mucha responsabilidad pues ahora juego en su equipo, el “Juventus”, aunque juego también en el 56ers.
Cuando salga de la escuela me gustaría ir a colleges en Milwaukee y ser fotógrafo profesional de moda o diseñador.
Enrique Herrera (15). Mediocampista.
“El fútbol nos une como familia. Mi papá me enseña cómo ser un buen jugador y mamá nos lleva a todos lados”.
Yo creo que cuando salga de la secundaria estudiaré Businness (ingeniería comercial), pues gustaría abrir mi propio negocio, un restaurante donde quepan todos mis amigos”.
Joeshua Herrera (8)
Aun no juega futbol.