Una madre y sus tres hijos viven en un parque de Los Ángeles tras el arresto del padre.
Un parque del Este de Los Ángeles se ha convertido en el refugio de
una madre y sus tres hijos, que han quedado desamparados desde el arresto del padre, quien enfrenta un proceso de deportación.
“Mis hijos no tienen un lugar para ellos y no puedo darles lo que necesitan”, dijo con lágrimas la madre, María Juárez, de 26 años. La mujer llora sin consuelo en una banca del parque Belvedere, mientras sus pequeños, de uno, tres y cinco años, juegan y comen galletas que alguien les regaló.
Hace un mes Juárez recibió el último cheque del programa de ayuda a desempleados y tuvo que dejar la vivienda que alquilaba en el Este de Los Ángeles.
Ahora ella y sus tres hijos, todos ciudadanos estadounidenses, duermen en la casa de una amiga y pasan la mayor parte del día en el parque.
Deportarán al padre de familia
El padre, Wilman Exady Juárez, de 29 años y originario de El Salvador, fue detenido por la Policía de Los Ángeles a finales de febrero con una orden de arresto derivada de una multa por conducir sin licencia. El 1 de abril, él fue remitido al centro de detención para indocumentados en Adelanto.
Un vocero de la Oficina de Aduanas y Control Fronterizo (ICE) indicó que el caso está pendiente en los tribunales de inmigración y citó que un juez ha determinado que él debe permanecer detenido en espera del veredicto. La agencia resalta que Juárez fue condenado en 2007 por ataque con arma mortal.
A su familia le preocupa que Wilman regrese al país del cual escapó hace una década por la violencia de las pandillas.
Su madre, Ana Cedillos, una sobreviviente de la guerra civil, asegura que su hijo fue reclutado a la fuerza por la Mara Salvatrucha cuando tenía 11 años. Por eso lo trajo a este país.
“Es seguro que si él va para allá pierde la vida”, señaló Cedillos. “Mi sobrino fue a esperar su residencia allá, pensaron que era mi hijo, y lo mataron”, dijo sobre un incidente que ocurrió hace unos tres años.
Un mecánico de oficio y aspirante a pastor de iglesia, Wilman dejó su pasado pandilleril en El Salvador, aseguran su madre y su esposa. “Sé que Dios lo dejará aquí porque conoce su corazón”, dijo María.