La extradición del “Chapo” a Estados Unidos permite avanzar en resolver una tragedia bilateral.
El anunciado traslado de Joaquín Guzmán Loera, alias el “Chapo” a una prisión en Estados Unidos vía extradición, requirió previamente de un análisis de riesgos comparativo entre las distintas estancias carcelarias.
Pero más allá del criterio técnico también todo este asunto tiene un componente político, social y humano, en espcial cuando se “huele” una estrategia por “victimizarlo”.
A pesar del indescriptible espectáculo del asesinato y la mutilación de los miles de niños, mujeres, personas comunes y corrientes y familias completas; de la destrucción planificada vía corrupción y terror planificada de barrios y ciudades enteras; de las instituciones mexicanas derrumbadas ante la sospecha; de las infraestructuras fundamentales de un estado nacional arruinadas conscientemente; de los millones de desplazados, aún se escucha –incluso en Wisconsin— justificar lo injustificable.
Por lo general son buenas personas que buscan comprender el horror que ha vivido México, son ellos de quienes salen argumentos como que: “al chapito no se le ha comprobado ningún delito aún de forma fehaciente”, o que “todos esto es responsabilidad del Estado mexicano y Estados Unidos por su guerra contra las drogas”.
Lo cierto es que no, Chapo Guzmán como cualquier otro capo de la droga no es una víctima. En LCNews no estamos de acuerdo con ese argumento; y por el contrario, nos alegra que se tomen las medidas que se estiman necesarias para que la justicia cumpla su mandato sobre un victimario.
No pretendemos exculpar aquí a las autoridades por la deriva de las instituciones o los delitos que hayan cometido en la mañida “guerra contra las drogas”; pero seamos claros, quienes cometen delitos gravísimos asociados al narcoterror y además lideran estas redes criminales, deben responder por sus felonías conforme a las leyes conforme al principio de la igualdad ante la ley. Así funciona la cosa.
Extradición no es lo ideal, pero permite avanzar.
En razón de ello, como migrantes que buscamos construir una vida buena en este país consideramos positiva la determinación de buscar la extradición del Chapo, pues permite cerrar un capítulo importante de la conflictiva relación entre México y Estados Unidos, y posibilita a ambas naciones enfocarse en proseguir sus esfuerzos de recuperar la seguridad de los ciudadanos.
Al mismo tiempo, que el Chapo sea juzgado en una corte federal seguramente ayudará a obtener información sobre su red criminal, información de la que quizá las autoridades estadounidenses como mexicanas no tienen conocimiento.
Asimismo la extradición hará que Estados Unidos absorba una parte de los costos de ser el principal mercado de droga. No hay que olvidar que es este país el lugar de destino de la mayor parte de la droga que divierte y atrapa a miles… Diversión manchada con sangre mexicana.
Por eso que nos cueste también a quienes aquí vivimos la manutención de este presidiario, considerando que México siempre es el que pone sus muertos y sus recursos.
Por supuesto que no es una solución ideal. Estamos ciertos que el “Chapo” Guzmán aún tiene asuntos pendientes con la justicia mexicana, que lo justo hubiera sido haber sido procesado y sentenciado en México, pero a veces el imperativo absoluto de la Biblia: “Justicia, justicia perseguiréis” es más fácil rezarlo que ponerlo en práctica.