Por Cecilia González. Corresponsal (Notimex).
El Papa Francisco se convirtió en un personaje controvertido en Argentina, su país natal, en donde crecen las acusaciones sobre su supuesta intromisión en la política doméstica y la tensión por su distancia con el presidente Mauricio Macri.
El capítulo más reciente involucró al Papa en un debate luego que el lunes 22 se supiera que había enviado un rosario bendecido a Milagro Sala, líder social detenida el mes pasado por protestar y que es atacada por políticos y medios oficialistas, mientras que otros sectores consideran que es una presa política del macrismo.
“No es ingenuo nada de lo que (Francisco) hace, se está metiendo demasiado en cosas internas de Argentina, no tendría por qué”, advirtió Jorge Lanata, uno de los periodistas opositores al kirchnerismo que dejó de gobernar el país el pasado 10 de diciembre y que era apoyado por la dirigenta Sala.
La dirigente de 51 años fundó y dirige la Tupac Amaru, una organización social que instaló un plantón frente a la Casa de Gobierno de Jujuy, provincia del norte del país y por lo que ella quedó acusada de “instigación a cometer delitos y tumultos en concurso real”.
Aunque el juez la liberó por estos cargos, la mantiene en prisión por una maniobra judicial en la que se le imputaron nuevos y múltiples delitos, pero su caso ha sido criticado por organizaciones como Human Right Watch y Amnistía Internacional por estar plagado de irregularidades.
En medio del debate sobre Milagro Sala, el Papa le envió un rosario bendecido y provocó la indignación de los antikirchneristas, además de reacciones extremas como una conductora que advirtió que le daban ganas de dejar de ser católica.