Por Arturo Szczepan*.- El otoño está a la vuelta de la esquina y pronto el clima se volverá más frío, por eso disfruto un café al calor de la terraza del Cargo Caffe de calle Park conversando sobre Scott Walker con Sebastián B., un amigo venezolano que se autodefine como “alguna vez un chamo de izquierda en Venezuela; hoy republicano en los Estados Unidos”.
Hijo de padre californiano y madre caraqueña, Sebastián vive en Lake Kegonsa hace 10 años, e indica: “Si vas a escribir sobre mí, dejémoslo sólo en Sebastián”, y sentencia: “Yo creo que Scott Walker cayó por culpa de la popularidad de Donald Trump. Quien a su vez logró su fama con un plan de inmigración que es tan pirata [chapucero] y absurdo que me huele a que en realidad Trump es un saboteador encubierto del Partido Demócrata, un topo encargado de arruinar cualquier posibilidad de una victoria republicana en las elecciones presidenciales de 2016”.
En un primer momento pienso que es un chiste, una broma de cafe, pero Sebastián no ríe, me mira serio, aprecio que de verdad él cree en esa posibilidad.
Debo decir que bebemos café gratis pues el aprovechamos una linda iniciativa. Si tiene ropa de abrigo que ya no utiliza, Cargo Café en asociación con Iglesia Metodista Unida lleva esta ropa y otros suministros a residentes de Madison que la necesitan y como muestra de agradecimiento por su donación, te ofrecen una taza de café.
También debo señalar que Sebastián no es el único hispano republicano que conozco, aunque no hay muchos por aquí. En realidad, el republicano hispano suele ser una persona educada y talentosa, pero que prefiere cultivar un bajo perfil.
No es para menos, cualquiera estaría bastante avergonzado del camino que lleva el partido del elefante, por eso, para evitarse molestias en la progresista Madison mi amigo dice que “prefiero no ser bandera”, es decir permanecer discreto.
“Déjame contarte un cuento que me tiene arrechísimo”, me dice. “¿Érase una vez que el señor Walker estaba de acuerdo con un procedimiento hacia la ciudadanía para los más o menos once millones de inmigrantes indocumentados. Pero eso fue antes de que él se pusiera en serio en su carrera hacia la presidencia y cayese ante la balurda tentación de aprovechar la fiebre anti-inmigrante que enferma a la derecha. Walker escogió el camino fácil, pero se equivocó, pues al lado de Trump, él es un ‘rookie’, un gafo, un conejo”, me lanza entusiasmado el venezolano.
“¿Y cuál es la conexión con los demócratas? ¿La conspiración de la que hablas?”, le pregunto con ironía.
“La semana pasada Walker respaldó todos los puntos principales Trump. Esto es, también quería construir un gran muro en la frontera con México y cancelar la garantía de la ciudadanía a los hijos nacidos en suelo estadounidense cuyos padres están en el país ilegalmente”.
¿Pero todas esas opiniones no tiene nada de demócrata, es un absurdo?, le reprocho.
“¡Por eso mismo, salir a decir eso es quedar como un fascista ante la nación! ¡Es tan estúpido que parece una trampa!, y… ¿Cuándo apareció Trump?”.
¿No sé, dímelo tú?, tratando de seguir su línea de argumentación.
“Justo antes de los debates, cuando Walker estaba en una buena posición y cuando el mismo Trump parecía tomarse más en serio como un candidato posible para los republicanos… justo en ese momento, dio a conocer toda esa vaina del plan de inmigración. ¡Un llamado a la gente para que se indigne, un suicidio electoral! Por eso pienso que lo de Trump es una conspiración. No se puede ser tan falto de criterio”, me explica.
Y qué tal si simplemente es pura falta de empatía, no sería la primera vez, le retruco. Alguna vez los republicanos creyeron que instalar las maquiladoras en la frontera podía ser buena idea; luego las movieron en Centroamérica. Y luego que hubo esa aventura estúpida que se llamó “Operación rápido y furioso”, que significó la entrega de dos mil armas al narcotráfico, entre otros muchos más desatinos republicanos, le trato de argumentar.
Pero Sebastián no responde, me mira con desgano, toma un sorbo de café, toca su bigote con los dedos y prosigue: “Bueno Arturo, pero ese es otro tema. Yo hablo de una conspiración en la que estoy seguro que Trump es un lobo demócrata vestido de piel de oveja republicana y corbata roja de multimillonario que está empujando a los otros candidatos republicanos a seguir su plan de inmigración de locos, y nuestro gobernador fue su primera víctima, y Ted Cruz y Mike Huckabee van por el mismo camino”.
Escucho a Sebastián y no me convenzo. Ahora quien toma un sorbo de café soy yo y le descargo: “¿¡Pero cómo puedes pensar que va a ser bueno para los demócratas!? Todo ese discursillo antinmigrante es una perorata de mierda que radicaliza a todos”. No estoy de acuerdo con mi amigo, y le insisto: “Teorías conspirativas aparte, sinceramente Sebastián, toda la evidencia indica que gente como Trump y Cruz diseñaron sus ideas sobre inmigración con un corazón republicano puro y sincero”.
Sebastián demora su respuesta, mira hacia Park un instante mientras pasa una camioneta con el logo de una conocida empresa de limpieza conducida por hispanos. Me indica con su mano el chofer y me dice:
“Precisamente por eso —responde Sebastián— porque nadie puede llegar a ser presidente de los Estados Unidos sin tener gran parte del voto latino pienso que es un conspiración. Los latinos ciudadanos, los mexicoamericanos, chicanos y cubanos son por lo general conservadores sociales, gente pro-empresa, sin lazos definidos con sindicatos y muy religiosos, aunque sean católicos de día domingo. Y creo que los republicanos tendrían oportunidad entre esos votantes; pero Trump no sólo ha trabajado en contra del GOP, sino también a favor de que el próximo presidente demócrata tenga que hacer menos concesiones a los latinos. Creo que Trump nos está caribeando [engañando] y cualquier candidato republicano que adhiera a todo ese bullshit sólo se está garantizando que cuando un nuevo presidente tome posesión de su cargo en enero del 2017, esa persona sea un demócrata. A Trump, el Comité Nacional Demócrata ¡al menos debería enviarle una nota de agradecimiento!”.
*Mordecai Szczepan, es analista y comentarista político en su natal San Juan, Argentina. Aquí en Madison es un trabajador más.