Un rayo que marcó la historia
Madison.— La mañana del 25 de mayo de 2024, un estruendo sacudió el corazón del centro de Madison. Un rayo cayó sobre la aguja del histórico campanario de la iglesia católica Holy Redeemer, encendiendo un fuego que hizo temblar la fe de cientos de feligreses.

Las llamas devoraron las tejas de cobre y el rostro del reloj que por generaciones había marcado el tiempo de la comunidad. El humo se coló en las bancas de madera y el agua de los bomberos dejó huellas en las paredes centenarias. Sin embargo, la tragedia no dejó heridos, y pronto un ejército inesperado de héroes silenciosos llegó para levantar de nuevo la esperanza: los carpinteros latinos de Madison.
Voces desde el andamio
En medio del polvo, los cascos amarillos y el crujir del metal, se escucha la voz firme de Jesús Martínez Espinoza, originario de Zahua, Michoacán:

“Soy carpintero de la unión local 314. Ahorita estamos haciendo la renovación del campanario que se quemó el año pasado. Me dedico a todo lo que es el metal, a framear el acero que sostiene la estructura”, dice, mientras su mirada se clava en las vigas que parecen desafiar al cielo.
Jesús recuerda que cuando recién llegó a Madison, Holy Redeemer fue su primera casa espiritual:
“Era el lugar donde todos los hispanos se reunían para la misa. Para nosotros representa mucho, por nuestra fe católica y por la Virgen de Guadalupe.”
El orgullo de Jorge Farías
Entre los martillazos y el olor a soldadura, aparece Jorge Farías, especialista en framing, quien confiesa que lleva más de un mes trabajando en la obra:
“Estamos reparando la estructura del campanario con madera y metal. No somos contratistas, somos trabajadores del sindicato de carpinteros. Nos enviaron aquí como subcontratistas para levantar lo que el fuego derrumbó.”

Con la voz cargada de orgullo enumera a sus compañeros: Jesus Martinez, Christian Martinez, Gabino Chavez y Jorge Farias, todos comparten la misma sangre obrera y la certeza de que, aunque el fuego consumió el cobre del campanario, no pudo consumir la voluntad de los trabajadores latinos.
Entre sindicatos y sueños
El sindicato de carpinteros, con sede en el Madison Labor Temple, ha sido el puente que conecta el talento latino con grandes empresas de construcción. Jorge lo explica con claridad:
“Estamos subcontratados por la empresa Hallmark. Ellos forran con madera lo que nosotros los latinos levantamos con metal. En esa empresa, el 70% de los trabajadores somos latinos.”

Las cifras impresionan: más de 40 dólares por hora de salario, más 20 dólares adicionales que las empresas pagan al sindicato para garantizar la aseguranza de salud de cada trabajador.
“Gracias a eso tenemos seguridad para nuestras familias. No somos invisibles; somos parte esencial de la reconstrucción de iglesias, escuelas, hospitales y edificios en todo Wisconsin”, afirma Jorge, con un dejo de emoción en la voz.
Fe que se reconstruye
El campanario, herido por el rayo, se levanta día tras día con manos callosas y corazones firmes. No es solo una obra de restauración; es un símbolo de resiliencia comunitaria.
Los feligreses, obligados a trasladar sus misas a otros templos, pasan frente a las vallas de construcción y observan con respeto a los trabajadores latinos que, desde las alturas del andamio, parecen bailar una coreografía arriesgada con la madera y el acero.

Cada clavo martillado es un acto de fe; cada viga colocada, un rezo silencioso. Y aunque el reloj del campanario está detenido desde aquella mañana de mayo, los latinos han tomado el tiempo en sus manos para devolverle vida al corazón de Holy Redeemer.
Una historia que nos pertenece
La iglesia Holy Redeemer, fundada en 1857, ha sobrevivido tormentas, incendios y la demolición de la Catedral de St. Raphael en 2005. Hoy, en pleno 2024, escribe un nuevo capítulo gracias al sudor y la pericia de los carpinteros inmigrantes.
La historia no es solo de cobre y madera: es una historia de migración, sacrificio y dignidad. Los nombres de Jesus Martinez, Christian Martinez, Gabino Chavez y Jorge Farias, quedarán grabados en cada tornillo, en cada tabla que sostiene al campanario.
Porque Madison no solo reconstruye una iglesia: también celebra el aporte invaluable de la comunidad latina que, día tras día, construye templos, escuelas, hospitales y hogares… mientras construye un futuro mejor para todos.
Epílogo
Un rayo cayó, pero no apagó la fe. Un fuego ardió, pero no consumió la esperanza. Hoy, en cada golpe de martillo, en cada chispa de soldadura, late el corazón de los latinos que levantan el campanario de Holy Redeemer.
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