Por Alex Nowrasteh.*– Los primeros debates presidenciales del Partido Republicano de esta semana marcaron el primer inicio serio del ciclo electoral. La inmigración dominó el primer debate, conforme cada candidato luchó por condenar la inmigración ilegal más que el otro. Las frases insípidas de respaldo a “asegurar la frontera” y un mayor cumplimiento de las leyes de inmigración están desactualizadas en 2015. Los datos cambiantes acerca de la inmigración y de nuestra economía dinámica requieren de una actualización.
Usted no lo derivaría de la retórica, pero la población de inmigrantes ilegales ha dejado de crecer. Los números han estado entre 11 y 11,5 millones desde la Gran Recesión, porque muchos se están yendo y menos de ellos están viniendo. En 2013, el número de inmigrantes ilegales detenidos en la frontera y deportados fue de 306.000 —aproximadamente la misma cantidad que en 1970. En 2006, esa cifra se encontraba en un millón.
Los mexicanos todavía constituyen una mayoría entre los inmigrantes ilegales viviendo en EE.UU., pero no son la mayoría de los nuevos inmigrantes, legales o de otro tipo. En 2014, más inmigrantes no-mexicanos ingresaron al país ilegalmente que los inmigrantes mexicanos —por primera vez. Menos mexicanos están viniendo porque es más difícil encontrar un empleo aquí en los sectores en los que ellos pueden trabajar, las oportunidades en México son mayores y la población de mexicanos buscando migrar se ha moderado.
Los inmigrantes están ocupando su lugar. Desde 2009, nuevos inmigrantes asiáticos han superado en números a los nuevos inmigrantes hispanos. Para 2013, tanto los nuevos inmigrantes chinos como indios superaron en cantidad a los nuevos mexicanos.
La economía estadounidense demanda inmigrantes de todo nivel de preparación, pero los inmigrantes de la India y China son más preparados que los inmigrantes mexicanos. Hasta un 71,6 por ciento de los inmigrantes indios tienen un título universitario o superior, mientras que 53,4 por ciento de los inmigrantes chinos lo tienen. Solo 10,1 por ciento de los inmigrantes mexicanos tienen una educación similar. Mientras que los inmigrantes mexicanos fueron en gran medida menos educados que los estadounidenses, los inmigrantes indios y chinos son mucho mejor preparados.
Este cambio desde los inmigrantes con poca preparación hacia aquellos con una preparación más alta hace que la reforma de nuestras leyes migratorias sea todavía más urgente. Afortunadamente, hay al menos tres ideas nuevas que podrían mejorar significativamente la inmigración legal.
La primera idea es una nueva categoría de ‘green card’ basada en el mérito que fue introducida en 2013. Un sistema basado en el mérito concedería hasta 250.000 nuevas green cards adicionales al año, la mitad de ellas siendo dejadas a un lado para los trabajadores con calificación media y el resto para aquellos que poseen una serie de habilidades como saber hablar en inglés o programación de computadoras.
La segunda idea nueva es permitir que los estados creen su propio programa de visas para trabajadores visitantes. Un estudio reciente (en inglés) del Cato Institute realizado por Brandon Fuller y Sean Rust muestra cómo programas similares en Canadá y Australia fueron grandes éxitos. Podían invitar a empresarios, inversores o trabajadores de cualquier nivel de preparación u ocupación, en lugar de depender de un programa federal uniforme sin capacidad de reacción a los cambios. Los estados americanos prueban distintas políticas en las prestaciones sociales, en la regulación del porte de armas y en la política tributaria —es hora de que lo hagan también con la inmigración.
En 2015, tanto Texas como California han considerado pedirle al gobierno federal permiso de experimentar con sus propios programas de inmigración. En años anteriores, al menos 14 estados adicionales han considerado establecer sus propios sistemas de inmigración, pidiéndole al gobierno federal permiso de hacerlo, o cabildeando para tener una asignación especial. Es hora de que el gobierno federal le permita a los estados hacer esto.
Una tercera idea nueva es una tarifa de inmigración que cobre por una visa de trabajo o por una green card. Dicho pago, supongamos que de $20.000, podría reemplazar a la burocracia de inmigración con una máquina generadora de ingresos. Idealmente, este sistema permitiría que cualquier inmigrante pacífico y sano venga a nuestro país en torno a la demanda económica, en lugar de las preferencias creadas por el gobierno. Si la economía está en una bonanza, más inmigrantes y empleadores estarían dispuestos a pagar. Si la economía está en desaceleración, entonces menos vendrán.
Los inmigrantes, sus familias y los empleadores estadounidenses actualmente gastan miles de dólares en abogados para inmigrar; mejor eliminar a esos intermediarios y cobrar un solo precio. El economista Premio Nobel Gary Becker, recientemente fallecido, el Senador australiano Dabid Leyonhjelm y otros respaldan una tarifa que reemplace el actual sistema. El gobierno todavía podría intervenir cobrando distintos precios basados en la preparación o la edad, pero eso es menos perjudicial que las cuotas y las resmas de regulaciones. Con una tarifa, al menos todos tienen una oportunidad de inmigrar.
Más allá de filtrar para proteger en contra de las amenazas a la seguridad y a la salud, el gobierno de EE.UU. no puede elegir a los inmigrantes que serán exitosos. Solo los inmigrantes, los empleadores estadounidenses y los consumidores de productos estadounidenses pueden identificar a los inmigrantes que ofrecen lo mejor. Estas tres nuevas ideas de políticas públicas permiten más flexibilidad y apertura a la inmigración; especialmente considerando que la fuente de los inmigrantes se está
desplazando hacia Asia. EE.UU. necesita un sistema migratorio para el futuro. Aquí hay algunas buenas ideas que pueden iniciarnos en esa dirección.
Alex Nowrasteh es analista de políticas de inmigración del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute, un Think Tank liberal de derechas. El artículo fue publicado originalmente en el periódico The Hill el 7 de agosto de 2015.