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Madison.- El Millennium Soccer Club de Madison ha trascendido sus orígenes como un proyecto comunitario para convertirse en una influyente fuerza social y deportiva. Su misión central es eliminar las barreras económicas para que ningún niño de bajos ingresos o de barrios con diversidad étnica se quede sin la oportunidad de jugar al fútbol.
Fundado hace más de dos décadas por el profesor de educación física Tom Grogg, el club comenzó con el simple objetivo de llevar la alegría del deporte a la comunidad. Actualmente, ha crecido hasta establecer cinco sedes, incluyendo una nueva en el lado noreste de la ciudad, facilitando la participación de miles de niños en edad de escuela primaria.
El modelo operativo de Millennium lo distingue de otras organizaciones deportivas en la zona. Se caracteriza por ser de bajo costo o, frecuentemente, sin costo de admisión, y por una estructura flexible que está “centrada en los niños”, permitiendo al club “adaptarse a lo que los niños quieren”, según Grace Edwards, voluntaria y gerente de sitio.
El crecimiento del club ha impulsado la modernización de sus operaciones. Han implementado la aplicación “Sports Engine” para una gestión más eficiente de la comunicación con los padres y los horarios de los partidos. Además, han mejorado la coordinación de voluntarios, la inscripción de jugadores y los esfuerzos de recaudación de fondos. Un logro significativo este año fue la obtención del permiso para competir en la liga Sub-13 de la Madison Area Youth Soccer Association, lo cual es crucial para ofrecer un espacio a los jugadores que pasan a la edad de escuela secundaria.
Millennium se sustenta en una sólida base de voluntarios comprometidos, muchos de los cuales provienen de la Universidad de Wisconsin-Madison y otras instituciones educativas locales. La presidenta de la junta, Haley Brisky, subraya la naturaleza generacional del club, con muchos entrenadores que iniciaron como jugadores o voluntarios de secundaria y ahora sirven en la junta directiva, e incluso exjugadores que ahora inscriben a sus propios hijos.
La esencia del club está marcada por momentos profundamente emotivos, como el de un niño que, tras anotar el gol de la victoria, corre a abrazar a su madre gritando “¡Mommy, ganamos!” en español. La fluidez en español es un elemento clave debido a la alta participación de hispanohablantes. El entrenador Ignacio Muñoz describe la experiencia como transformadora, destacando el placer de presenciar el progreso de los niños dentro del programa.
El mantenimiento del club depende casi por completo de la recaudación de fondos y de asociaciones estratégicas con ligas de fútbol para adultos y patrocinadores como Dean Health Plan y Floor & Decor. A pesar de la continua necesidad de asegurar la financiación, el impacto del club es ampliamente valorado por la comunidad, que reconoce y aprecia su firme compromiso con la inclusión y la oportunidad para todos.



